26 de septiembre de 2008

Pavlov: Inmigración y Saliva


Nos vinieron de perlas, y nadie les dió las gracias.

Ni los empresarios, que tiraron de ellos para cubrir puestos de baja cualificación, y los utilizaban como la mano de obra más barata que pudieran encontrar en el gran hipermercado del INEM; ni los trabajadores, que aprovecharon su existencia para dejar los puestos de trabajo más esclavos, los más incómodos, los más duros, los peor remunerados...

Ahora, los Nelson, los Wilson, los Alí, los Mohamed… todos nos sobran.
Ahora son un problema.
Ahora que el trabajo comienza a escasear, queremos mandarlos a sus casas.
Su opinión no cuenta. El País es nuestro.
Antes que sus Derechos están nuestros Derechos, que siempre han sido más Derechos que los de la gente de fuera, ¡¡para eso somos Españoles!!.

Acción – Reacción.
Estímulo – Respuesta.
Pavlov y su Condicionamieno Clásico.
La boca se les hacía agua en sus países pensando en la vida que podrían alcanzar viniendo al nuestro, y llegaron.
¿Ahora queremos que se les vuelva a hacer agua cuando piensen en volver a sus países?. No sé cómo se hace eso.

Las personas no son muñecos a guardar en el trastero cuando los niños se han cansado de jugar con ellos.
Las personas no son perros que salivan al sonido de una campanilla y dejan de salivar cuando no la escuchan.

Es utópico pero..., imaginemos que no existiesen países ricos, ni países tercermundistas.
Que no existiesen ni los grandes magnates del petróleo, ni los platos de arroz llenos de moscas para comer con la mano.

Pavlov no sería aplicable.
No habría porqué salivar.

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