29 de noviembre de 2009

Inteligencia Capilar

Si hay algo peor que un hombre generalizando sobre mujeres, es una mujer generalizando sobre las de su misma especie y género.
Somos unas frustradas perversas.


Habitualmente, los complejos, carencias y anhelos se convierten en críticas leoninas contra quienes parecen no tener esos problemas.
Si a todo esto le aplicamos el famoso “y viceversa” tenemos : las altas contra las bajas, las gordas contra las flacas, las jóvenes contra las maduras.... y la eterna discusión : las rubias contra las morenas.

Todo el mundo ha oído el típico tópico que afirma que las rubias son tontas. El otro día ví atónita en un reportaje, un experimento que intentaba contrastar la veracidad de todo esto. Hicieron las mismas preguntas a rubias y a morenas escogidas al azar por la calle. Eran preguntas sobre historia, política, economía, cultura general y sexo. Lógicamente, el reportaje quedó en tablas. ¿Alguien cuerdo esperaba que acabase de otra manera?.

San Google me ha enseñado que en esta guerra tiene que haber ganador, no hay manera de que la cosa acabe en tablas.
Hablo del juego “Rubias contra Morenas”, cuyas instrucciones son algo tan sencillo como esto:
"Elige tu color de pelo,
agarra a tu contrincante con fuerza por los pelos,
y lánzala lo más lejos posible" .
Ilustrativo, ¿no?.

A mí personalmente no me queda ninguna duda de que las morenas son listas, muy listas, y también personalmente, me encanta hacer creer que las rubias somos tontas hasta límites insospechados.
Yo misma, me encuentro en multitud de situaciones cada día, intentando parecer más tonta que lo más tonto que yo haya visto en mi vida. No saben lo bien que me viene. Cuanto más tonta parezco, mejor me lo paso.

El hecho de que exista ese prejuicio alusivo al color de la masa capilar me abre un mundo lleno de posibilidades. Un mundo en el que las rubias como yo pueden moverse a su antojo, y ver sin ser vistas. Cuanto más tonta pareces, menos cuidado tienen, y eso precisamente te ayuda a ver las cosas venir antes de que lleguen. Se gana margen de maniobra, y en caso de necesidad extrema, siempre puedes dejar de hacerte la tonta y sacar tu “Yo”, personal, intransferible, e independiente del color de tu melena.

Soy rubia.
¿Soy tonta?.
¡¡¡Ya te digo!!!.

Tan tonta que mi próximo objetivo es teñirme de morena por si gano Coeficiente Intelectual. ¡¡¡No te jode!!!.

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